Ciudades Inteligentes: la delgada línea entre la conectividad y la vigilancia

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Ciudades Inteligentes: la delgada línea entre la conectividad y la vigilancia

Por: Martha Botero Ángel, directora de Tulpa Consultores

 

Mucho hemos oído hablar de Ciudades Inteligente o Smart Cities, pero tal vez algunos no tenemos muy claro lo que significa este concepto, que aún sigue en construcción y es tan amplio que abarca una gran cantidad de aspectos.

Voy a intentar desmenuzar la noción de Ciudad Inteligente (CI) desde algunas de las posiciones más aceptadas. Debemos empezar por hablar de tecnología, en especial de las TIC, ya que estas son el pilar para construir o transformar ciudades “tradicionales” en unas más eficientes, habitables y sostenibles. De acuerdo con Naciones Unidas, actualmente, el 50% de la población mundial vive en las ciudades y en 2050 esa cifra subirá hasta el 70%. De estos datos surge la importancia de migrar a ciudades sostenibles, donde se disminuya la generación de dióxido de carbono a través de la implementación de sistemas de transporte público que privilegien energías limpias y fomenten el uso de medios alternativos como la bicicleta. Impulsar las transacciones electrónicas, incluso desde antes de la pandemia y mantenerlas después de ella. Promover la educación virtual, como vía para disminuir las brechas sociales. Impulsar programas de capacitación ciudadana en cultura del reciclaje y construir la infraestructura necesaria para el manejo diferenciado de residuos.

En últimas, lo que se busca con las Ciudades Inteligentes es poner a la gente en el centro del modelo de desarrollo, y crear las condiciones para que un mayor número de personas no solo tengan acceso a servicios básicos como salud, educación, energía, agua, gas, sino que el uso de todo ello sea responsable y acorde a las necesidades de los usuarios. Un ejemplo son los medidores inteligentes de energía instalados por ComEd, empresa de energía de Chicago, que permiten, entre otras cosas, conocer el precio por kilovatio dependiendo de la hora del día, acceder a programas de tarifas diferenciadas y contar con información para crear mejores hábitos de consumo de energía. Hogares inteligentes.

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De igual manera, en las CI se busca la articulación entre el sector público, la empresa privada y los ciudadanos. Para alcanzar este objetivo no solo es indispensable el desarrollo tecnológico y la infraestructura, sino también garantizarles a todos los habitantes, en especial a los más vulnerables, el acceso a los beneficios que ofrecen las ciudades sostenibles, para logrado es preciso el uso y apropiación de las TIC por parte de todos.

Casos exitosos de programas que buscan poner a las personas como protagonistas principales de las ciudades hay en muchos lugares del planeta. En Westminster, Inglaterra, el ayuntamiento instaló la solución SmartPark de la empresa Smart Parking, una aplicación que le informa a los conductores dónde hay lugares disponibles para estacionar, disminuyendo el tiempo en que tardan en encontrar un espacio y en consecuencia reduce la congestión vehicular y la contaminación. Además de ganarse unos minutos de tranquilidad en medio del caos.

Suecia es un país en el que existe una gran cultura del reciclaje. Las personas seleccionan en bolsas de colores los diferentes tipos de basura: verde para la comida, roja para el papel. La empresa Optibag desarrolló una máquina que clasifica la basura de acuerdo al color de la bolsa, de esta manera se facilita el tratamiento correspondiente a cada material. Ejemplos como estos se encuentran con realizar una búsqueda rápida en Google. Se podría decir que los beneficios de las Ciudades Inteligentes saltan a la vista.

Sin embrago, está la otra cara de la moneda.  Existen posiciones criticas al respecto, sobre todo con lo concerniente a las TIC. Algunos se preguntan, ¿el uso de esta tecnología en realidad reduce las brechas sociales o por el contrario las amplía en la medida en que cada vez los artefactos tecnológicos tienen una vida útil más reducida y nos vemos en la necesidad de cambiar constantemente de teléfono inteligente? Y qué decir de quienes no tienen la posibilidad de estar conectados a Internet, o quienes no cuentan con los conocimientos necesarios para descargar y usar aplicaciones. Lo estamos viviendo en este período de confinamiento donde casi todo se realiza a través de Internet y muchas personas, ya sea por la edad, por desconocimiento o por no contar con la tecnología necesaria, se ven perjudicadas y de una u otra manera excluidas de un mundo hiperconectado. De igual forma, surge la pregunta de si la inversión del gasto público en tecnología se ve reflejado en la disminución de la pobreza, el hambre y la inseguridad.

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Otros se cuestionan, ¿no será, acaso, que el discurso de Ciudades Inteligentes es una forma en la que el capitalismo se disfraza para hacernos consumir gigas, teléfonos, descargar aplicaciones? Sin duda alguna, es un sector de la economía donde los principales jugadores son las grandes multinacionales de tecnología. Será casualidad, que al buscar el ranking de las ciudades más inteligentes del mundo aparezcan en el top 10 Singapur, Hong Kong, New York, Paris, Londres, y al cruzar con el ranking de las más costosas salgan las mismas. ¿Son costosas porque son inteligentes o son inteligentes porque son costosas? Me pregunto, ¿la “inteligencia” habrá cerrado la brecha de inequidad o habrá expulsado a la periferia a quienes no pueden pagar el costo de vida en estas Smart Cities?

Por otro lado, encontramos las posturas críticas a cerca de la vigilancia de nuestras actividades por parte de los gobiernos.  Vigilancia que se ha agudizado durante la pandemia. En el libro ‘Los Días de la Fiebre’, una crónica sobre cómo Corea del Sur desafió al Covid-19, el autor describe que durante la pandemia les informan, constantemente, a través de aplicaciones, detalles de la vida privada de las personas diagnosticadas con el virus. Por ejemplo, qué lugares visitó, dónde almorzó, si se hospedó en un hotel y con quién, de qué cajero electrónico retiró dinero, qué supermercado, almacén o tienda visitó. Y dónde se tomó el último café antes de ingresar al hospital. No hay duda de que Seúl es una ciudad inteligente, en la medida en que la seguridad hace parte esencial de las Smart Cities. ¿Cuál es la frontera entre la información necesaria para garantizar la seguridad en una ciudad y la vida privada de las personas? El filósofo surcoreano Byung-Chul Han vaticina que este modelo de vigilancia y control llegó para quedarse. Si en Colombia, que no estamos a la vanguardia de estas tecnologías, ya hemos visto las consecuencias de las “chuzadas”, no me quiero ni imaginar cuando nos volvamos “inteligentes”.

Así como el concepto de Ciudad Inteligente está en construcción desde los años 90, de igual manera estará en evaluación si en realidad las ciudades sostenibles son lugares más amables, incluyentes, sostenibles y donde todos tengamos las mismas posibilidades de acceso al conocimiento, a la salud y a empleos dignos, o será otro disfraz del capitalismo. Amanecerá y veremos, decía mi abuela.

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Por | 2020-08-20T10:55:09-05:00 agosto 20th, 2020|Actualidad, Desarrollo sostenible, Opinión|Sin comentarios

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