Opinión: De la Edad del Hielo a la Edad del Miedo

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Opinión: De la Edad del Hielo a la Edad del Miedo

Por: Martha Botero Ángel, directora de Tulpa Consultores

El miedo es una emoción básica que nos acompaña como especie desde hace miles de años. Es necesario para la supervivencia: huimos, atacamos o nos paralizamos ante situaciones de peligro. Este es un miedo biológico adaptativo. Puede ser ocasionado por una situación real o imaginaria y la percepción del riesgo varía de acuerdo con las características personales y a la capacidad de cada individuo de gestionar los miedos. Podríamos decir, en principio, que el miedo es una emoción individual. Las causas que me generar miedo a mí no son, necesariamente, las mismas de mi vecino.

Sin embargo, una vez los humanos nos reunimos en bandas, tribus, clanes hasta llegar a las sociedades actuales, elaboramos una construcción cultural del miedo como elemento de manipulación y control social. Cuando hablamos de construcción cultural nos referimos a un símbolo, práctica, creencia fabricada por los humanos. Por ejemplo, diferentes religiones han construido una gran “industria del miedo”. El diablo es uno de los principales protagonistas en Occidente y el infierno un lugar de residencia eterna para quienes no se comporten bajo los preceptos enviados desde el Cielo por un Ser Superior.

Cuenta la historia que en el antiguo Egipto los faraones ponían al pueblo a rezar, para que las aguas del Nilo bajaran, sospechosamente, lo hacían en épocas donde los sabios sabían que el nivel bajaría. Y como el faraón era considerado un dios, la población creía que gracias a sus favores divinos se habían salvado de la inundación. El faraón era objeto de adoración y alabanza, no vaya y sea que cayeran en desgracia si él no estaba y llegaban las lluvias. ¿Les suena conocida la historia?

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Pero eso es un cuento muy viejo y los egipcios eran supersticiosos, hoy no nos manipulan tan fácil con esas bobadas, pensarán algunos de ustedes. Nosotros somos hijos de la Modernidad y no creemos en ayudas sobrenaturales. Tiene usted toda la razón, amigo, amiga lectora, nosotros no creemos en lo que no vemos.

En lo que sí creemos es en que “unas bandas de atracadores conformadas por cientos de personas se van a entrar a los conjuntos residenciales”, porque el “dios” redes sociales lo dijo por WhatsApp. Hoy, los medios de comunicación y las redes sociales son los voceros del miedo. El miedo puede alcanzar con facilidad niveles desproporcionados en relación con los riesgos reales.

Como dijimos en un párrafo anterior, son las personas las que de manera individual sienten miedo. Sin embargo, la sociedad elige ese enemigo común al que debemos temerle, porque pone en riesgo nuestra supervivencia. Algunos autores coinciden que el ataque a Las Torres Gemelas fue el primer acto de miedo colectivo que construimos en la aldea global. Millones de seres humanos vimos en vivo y en directo cómo caía, lentamente, uno de los símbolos de poder de la nación más poderosa del mundo. Aunque estuviéramos a miles de kilómetros de Nueva York, un nudo en la garganta nos cortaba la respiración y algunas lágrimas nos impedían ver la pantalla del televisor. Ante nuestros ojos nacía un enemigo común: el terrorismo. Y con él, la estigmatización de una comunidad (los musulmanes).

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Aunque el papel de los medios de comunicación es primordial para transmitir miedo, ya sea porque repiten y repiten la misma escabrosa noticia —contagiados y muertos por Covid-19—, por el tono y el discurso con el que transmiten los acontecimientos, la sociedad cumple un silencioso rol de complicidad. Mientras sigamos consumiendo medios que sustentan su pauta con el rating que les da las noticias de sangre y terror, medios que perpetúan las narrativas de miedo que impulsan los gobiernos, medios que nos informan que ya viene el “coco”, seguiremos cosechando miedo. Y ya sabemos que el miedo paraliza.

Por otro lado, están las redes sociales, con sus ya famosas fake news, o manipulaciones como aquellas que hicieron célebre a Cambridge Analytica, (si no han visto el documental ‘Nada es privado’, vale la pena darle una miradita en Netflix). En su libro ‘El Enemigo Conoce el Sistema’, Marta Peirano cuenta que en 2012, durante una semana, Facebook le envió a determinados perfiles solo malas noticias, mientras que a otros usuarios buenas noticias. La empresa manipuló su algoritmo de recomendación de noticias para determinar “qué les hacía volver más a la plataforma y qué generaba más interacción”. Aunque Peirano no cuenta cuál fue el resultado de la investigación, me atrevo a decir que las malas noticias ganaron. ¿Por qué? Porque somos animales propios del mal tiempo. La época geológica más reciente que dio forma a la evolución humana fue el Pleistoceno. En las edades del hielo nuestros ancestros sobrevivieron a la hambruna, el hielo, las inundaciones, sequías, depredadores gigantes y más hielo. Un estado de miedo e incertidumbre constante. Parece que eso nos quedó gustando y lo aprovechan políticos, medios y Zuckerbergs.

En nuestro patio, los políticos y sus aliados —los medios y las redes— se han encargado de crear un estado de miedo permanente. Un monstruo que viene a acabar con la democracia, con las instituciones, con las libertades, con la propiedad. Y en nombre de la seguridad, llevamos años justificando los más escabrosos crímenes. Muchos de quienes han alzado su voz para para denunciar y reclamar han sido silenciados por las balas. El terror también viene del lado de quienes, en nombre de la justicia social y la igualdad, durante décadas nos han destinado a vivir en el horror de la guerra. Como si esto no fuera suficiente, los carteles del narcotráfico son los financiadores de esta película de terror.

Mientras tanto, los colombianos estamos atrapados en medio de balas, noticias pavorosas y paralizados por el miedo. Nos sentamos horas frente a una pantalla a ver la transmisión de las más escalofriantes historias que no hacen más que aumentar nuestro miedo. Apagamos la luz y nos vamos a la cama convencidos, como nuestros ancestros del Pleistoceno, de que mañana será peor.

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CONECTADOS COLOMBIA es una empresa de innovación social caleña, nacida en 2012, en la que coexisten una organización social sin ánimo de lucro, un medio de comunicación independiente y especializado en temas de cambio social y desarrollo sostenible, un espacio de formación en habilidades sociales y competencias para la vida, y la primera agencia de Comunicación para el Cambio Social (CCS) del país.

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Por | 2020-08-27T12:17:50-05:00 agosto 27th, 2020|Actualidad, Opinión|Sin comentarios

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